Cientos de motos nos zumbaban los oídos como si fueran zancudos gigantes; ambulantes nos emboscaban tratando de vendernos cosas que jamás habíamos visto y que jamás usaríamos; los moto taxis nos reventaban los oídos a “claxon limpio” insistiéndonos en llevarnos a cualquier lado, no importaba a donde, solo nos querían llevar y punto.
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